miércoles, 14 de noviembre de 2007

La grada del pabellón

LIBRETA DEL BÁSKET
DAVID DEL OLMO -Diario Palentino
El público palentino que se acerca cada viernes al Marta Domínguez quiere ver ganar a su equipo, el Alimentos de Palencia, es obvio. Pero tal como se pudo comprobar el pasado viernes y como habrá podido observar cualquiera que haya seguido más o menos de cerca la trayectoria del club palentino desde sus inicios en la Liga EBA, es una grada que cada día entiende más de este deporte. Y eso significa que la afición palentina es exigente (afortunadamente, porque no hay nada peor que una grada indiferente o simplemente contemplativa) cuando ve que su equipo puede dar más de sí, pero a la vez es consciente de que no siempre se puede ganar. Nadie gana siempre. Es de lógica aplastante. Lo que no perdona es que su equipo no se exija a sí mismo, que no se entregue, que no muestre, al menos, el interés y las ganas que muestran los socios que han pagado su carnet o los seguidores que han pasado por taquilla. Eso no.Dicho eso, resulta obvio el porqué del enfado de los asistentes el viernes al Alimentos de Palencia-Imaje Sabadell Gapsa. No vio que su equipo se entregara. Vio a los jugadores perderse en las individualidades, sin un ápice de juego colectivo (recordemos, aunque sea de cajón, que éste es un deporte de equipo, donde juegan cinco: no uno, ni dos, ni tres, ni cuatro), sin concentración, sin tensión, incluso sin alegría. Que estamos hablando de un deporte emocionante de ver y de jugar. Y si los protagonistas no se divierten, menos lo harán los que observan el desarrollo del partido.Es muy pronto para perder la paciencia, lo cual no implica que no haya que decir que el Alimentos de Palencia no está funcionando. No sé su tope, pero sí sé que está muy lejos de lo mostrado hasta ahora. Igual que la grada: tiene derecho a expresar su disgusto silbando. La mayoría lo hizo al final del partido, después del triunfo: quiere a su equipo, porque no lo ahogó durante el juego; la mayoría esperó a la bocina. Pasado mañana la grada estará expectante. Espera ver un equipo encorajinado, dolido en su orgullo, que defienda con intensidad, donde todos aporten, donde nadie se borre ni desaparezca. Un equipo del que sentirse orgulloso. Aunque falle.

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